miércoles, 14 de noviembre de 2012

50 AÑOS DE LA AGONÍA DE RASU ÑITI


Artículo escrito por Tomás G. Escajadillo – Diario La Primera

 Hace 50 años se publicó en forma de librito independiente el mejor cuento del gran José María Arguedas: “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’”.

 Este relato inició una nueva colección de La Rama Florida, cuyo director es reconocido como el gran impulsor de los poetas de la llamada “Generación del 60”, el poeta Javier Sologuren. ¿Pero qué hacía don José María inaugurando una nueva colección de su editorial, con el título de “Camino del Hombre” (repertorio dirigido por Abelardo Oquendo), pues nació en 1911 y la mayoría de los habitantes de La Rama Florida fueron frutos aparecidos entre 1939 y 1942 (en su gran mayoría)?

 Intento una explicación. Arguedas, por mucho que quisiera fingir ser un creador un poco ingenuo, sabía que la vida no le daría ni tiempo ni tranquilidad para escribir un libro de cuentos que estuviera a la altura de “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’”.

 Entonces, con gran alegría, su amigo Javier Sologuren creó dentro de La Rama Florida una colección para el autor de “Los ríos profundos”, colección que por desgracia solo llegó a las 3 entregas.

 José María Arguedas solo escribió dos libros orgánicos de cuentos: “Agua” (1935) y “Amor Mundo” (1967); quiero decir dos libros “orgánicos” de cuentos.

 “Agua”, su “ópera prima”, es imposible que produzca una “obra maestra”; sin embargo, para muchos lectores “Warma Kuyay” lo es; en todo caso, es un texto que nos acompaña a todos continuamente. Es, además, un cuento que está escrito –como tantas veces lo dijo José María– en un estado de “total inocencia”, con una ausencia absoluta de formación literaria o técnicas alusivas a la composición del género cuento.

 Este último punto fue objeto de un debate (hipotético, implícito, amable e irónico) entre José María y Sebastián Salazar Bondy/José Miguel Oviedo, ante las afirmaciones obviamente provocadoras del propio Arguedas en el marco del Primer Encuentro de Narradores peruanos, quien dijo: “Mis relatos no tienen técnicas”.

 Esto sucedía en Arequipa, en 1965, y quien hacía estas declaraciones obviamente “animus jocandi” había escrito en 1962 “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’”, relato maravilloso por sus cuatro costados, inclusive por su costado técnico.

 No hay la menor duda de que es el relato más logrado del gran José María Arguedas (vale más que aquellos que se precian de haber publicado ya más de seis o siete novelas en editoriales españolas aunque, con la crisis actual, quizás no estén recibiendo puntualmente sus derechos de autor).

 Finalmente, tenemos que enfatizar que sí decimos que este relato, cuya relectura siempre nos es gratificante, al ser un relato de JMA, tiene que ser una cumbre del cuento latinoamericano del siglo XX.

 Hagamos una breve alusión a “Amor mundo”, de 1967. Este libro se escribe por recomendación siquiátrica para exorcizar demonios/sensuales/eróticos/sexuales por lo cual era esperable que resultara un libro menor.

 Fuera de ello, JMA solo publicó seis cuentos “sueltos” entre 1939 y 1942, y, como llevamos dicho, el mejor de ellos, sin la menor duda, es “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’”.

 CUENTO CONTESTATARIO


El relato “La agonía de ‘Rasu Ñiti’” nos cuenta cómo el dansak’ despierta un día con la convicción de que es el último día de su vida y se prepara para dejarla. Su mujer y sus hijas aún no ven al espíritu que guiará los pasos del dansak’ hacia el encuentro con su Dios. Sin embargo, la esposa intuye lo que va a pasar mucho antes que sus hijas.

 Por su lado, la convicción de ‘Rasu-Ñiti’ es tajante: “¡Estoy listo!”, “El corazón está listo”, “El mundo avisa”.

 Progresivamente, sin saber cómo, van llegando algunos pobladores.

 La esposa de ‘Rasu-Ñiti’ puede ver luego al Wamani (dios montaña que se presenta en figura de cóndor) en la cabeza del dansak’; informa a la mayor de sus hijas que está “sentado sobre la cabeza de tu padre”, a quien la muerte le hace oír todo: “Lo que tú has padecido; lo que has bailado; lo que más vas a sufrir”.

 Hemos entrado a la fase social, contestataria, denunciatoria de la literatura andina, pues a continuación la hija mayor pregunta a su madre si el dansak’ escucha el galope del caballo del patrón, y la respuesta del mismo dansak’ se da en estos términos:

 “–Sí oye –contestó el bailarín a pesar de que la muchacha había pronunciado la palabra en voz bajísima. ¡Sí oye! También lo que las patas de ese caballo han matado. La porquería que ha salpicado sobre ti. Oye también el crecimiento de nuestro dios que va a tragar los ojos de ese caballo. Del patrón no. ¡Sin el caballo, él es solo excremento de borrego!”.

 Así como la cita revela la tensión que produce el amo sobre una de las hijas del dansak’, así hay otras lecturas paralelas de este extraordinario relato. Una de ellas muestra la continua preocupación e interés del antropólogo y musicólogo JMA por la danza y la Música del Ande del Perú contemporáneo. Podemos verla también por el lado de la importancia que tiene la Música y el baile sobre el habitante andino, sobre el cual el científico social Arguedas ha escrito muchísimos trabajos.

 MAESTRO-ALUMNO

Desde otro ángulo de enfoque, “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’” es otra muestra de la fábula universal del maestro/discípulo, pues uno de los personajes que llega a presenciar la agonía de Rasu-Ñiti es su discípulo “Atok’ sayku”.

 Sin la presencia de su alumno, está implícito, Rasu-Ñiti no podía morir, por lo menos ese día. Nadie observa con más atención el mágico teatral y al mismo tiempo natural proceso por el cual las distintas partes del cuerpo del dansak’ van inmovilizándose. El discípulo contempla con mucha tensión la muerte de su maestro y mentor. Al mismo tiempo hay un proceso dialéctico por el cual las personas que podían ver el misterio y la magia del lapso de la muerte de ‘Rasu-Ñiti’ no pueden acompañar las últimas etapas del mismo. Por ejemplo, cuando el discípulo anuncia: “–El Wamani aletea sobre su frente”. Otros no ven el mismo fenómeno: “–Ya nadie más que él lo mira –dijo entre sí la esposa–. Yo ya no lo veo.”

 Y el proceso sigue: “–El Wamani está ya sobre el corazón –exclamó ‘Atok’ sayku’ mirando.”

 Hay conmoción entre los músicos, las hijas y el público.

 Por último, llega el fin de la agonía, “Rasu-Ñiti” cerró los ojos. Su cuerpo se veía grande. La montera le alumbraba con sus espejos. Entonces, como un poseído, ‘Atok’ sayku’ baila las danzas más difíciles y alocadas de su maestro como aquellos “con que empezaban las competencias de los dansak’ a la media noche”.

 “Rasu-Ñiti” ha muerto, “Rasu–Ñiti” ha nacido.

 “–¡El Wamani aquí! ¡En mi cabeza! ¡En mi pecho, aleteando! –dijo el nuevo dansak’./ Nadie se movió.

 El músico más experimentado, “Lurucha”, “inventó los ritmos más intrincados, los más solemnes y vivos. ‘Atok’ sayku’ los seguía, se elevaban sus piernas, sus brazos, su pañuelo, sus espejos, su montera, todo en su sitio. Y nadie volaba como ese joven dansak’; dansak’ nacido.”

 Y el texto termina con una enfática y misteriosa afirmación: “–Por dansak’ el ojo de nadie llora. Wamani es Wamani.”

 EL WAMANI POSEE AL NUEVO DANSAK’

 Hay quienes quisieran ver a “Rasu-Ñiti” como un personaje exclusivamente folclórico o “mágico”. Les desagrada que se pueda tener el carácter social o “contestatario” que hemos aludido líneas atrás. Es el caso de nuestro doble cara Premio Nobel, quien considera que Ernesto es un personaje que anda en las nubes, fuera de la realidad, y por ello recrimina a Rowe –un muy serio estudioso de Arguedas– por señalar que Ernesto, el protagonista de “Los ríos profundos”, toma partido por el bando de las populares y desafiantes chicheras y se adhiere a los paupérrimos y humillados colonos de la hacienda Patibamba que rodea la ciudad de Abancay, conscientemente.

 A este respecto, vale reflexionar que 1962, año de la composición de “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’”, es una fecha muy cercana a la redacción de “Todas las sangres”, cuyo cosmos combativo ha causado conmoción a los espíritus delicados de siempre que prefieren a un Arguedas circunscrito al “realismo mágico”, al “realismo maravilloso” que norma (pero en forma exclusiva, como acabamos de manifestar) textos líricos como “Los ríos profundos”.

 Qué duda cabe que la “naturalidad” de excelentes cuentos iniciales como “Warma Kuyay” ya no existe con este relato publicado cuando Arguedas tiene más de 50 años, repárese en el complejo contrapunto entre los que pueden “ver” y los que no pueden “ver” al Wamani protector de “Rasu-Ñiti” que tiene forma de cóndor. Véase la progresión conforme el dansak’ se acerca a la muerte: cómo los que “ven” comienzan a dejar de “ver” posiciones cada vez más considerables del bailarín y su dios tutelar hasta que solo el discípulo es capaz de verlo todo y comprobar que el gran “Rasu-Ñiti” ha muerto.

 Fíjese cómo los músicos paulatinamente dejan de ver y comprender el proceso de la muerte hasta que solo el arpista “Lurucha” se convence de que el espíritu del cuerpo de “Rasu-Ñiti” ha pasado de cuerpo y de alma a la persona de su discípulo “Atok’ sayku” al comprobar que ese es capaz de bailar al son de las tonadas más difíciles y misteriosas de su repertorio, algo que solo “Rasu-Ñiti” podría haberlo hecho. Solo así quedaría convencido de que el gran dansak’ efectivamente ha muerto.

 A nuestra manera de ver, “Rasu-Ñiti” no puede morir completamente hasta que su discípulo no haya “heredado” todas sus habilidades como bailarín. Arguedas sabe que esta transición tiene que realizarse de una manera casi disimulada con un tono de perfil bajo. Es el violinista –su compañero de años y de centenares de fiestas y celebraciones- quien le “toma el examen” a “Atok’ sayku” y recién al final del mismo puede afirmar que su gran amigo el dansak’ “Rasu-Ñiti” ha muerto.

 Este personaje importante del cuento (recordemos que “Todas las sangres” fue dedicado al gran charanguista Jaime Guardia), este arpista que es el amigo más antiguo que tuvo en su vida “Rasu-Ñiti”, no solo es quien certifica la muerte de “Rasu-Ñiti”, no solo es quien legitima también que el espíritu del gran dansak’ ha pasado a los “huesos fidedignos” de “Atok’ sayku”, sino que al terminar tiene una actitud misteriosa y polivalente al acercarse a la hija menor de “Rasu-Ñiti”, posiblemente pensando en el nuevo dansak’ cuya certificación acaba de realizar, y decir exaltado “como si hubiera tomado una gran cantidad de cañazo”: “–¡Cóndor necesita paloma! ¡Paloma, pues, necesita cóndor! ¡Dansak’ no muere!”.

 Para decirlo claramente y sin medias tintas, así como José María Arguedas se dan a lo sumo dos por siglo, relatos andinos como “La agonía de ‘Rasu-Ñiti’” serán probablemente para 50 años, y si usted amable lector desea que sea más flexible, solo hay dos relatos del binomio niño-trompo en el siglo XX: “El trompo”, de José Diez-Canseco, y “El zumbayllu”, de José María Arguedas, piedra preciosa incluida en “Los ríos profundos” (1958).

 

 

EL PRESO MÁS IMPORTANTE DEL PAÍS


Artículo escrito por Raúl Wiener - Diario La Primera

Alguien debería explicar si la diferencia de calidad entre la condena a Guzmán y la cúpula senderista y la de Fujimori se refiere al famoso concepto de Jorge Trelles de que ellos mataron menos. Porque de que mataron, lo hicieron. Y de que operaron sin miramientos erigiéndose en fiscales, jueces y verdugos, violando todos los principios legales, lo hicieron.

Entonces de dónde sale que unos no pueden ni remitir una carta y el otro debería tener el espacio para despacharse en su estación de radio favorita, que es de lo que venimos debatiendo en estos días en un nuevo capítulo de la saga del “indulto humanitario”.

Dicen que el tema de las víctimas no cuenta en este caso, es decir que si Fujimori pide hablar, puede hacerlo sobre lo que quiera porque la única libertad que tiene restringida es la de transitar. Pero eso sería casi equivalente a decir que las víctimas de Tarata o Lucanamarca, tampoco cuentan si algún jefe senderista pidiese hablar desde la prisión.

Salvo que los muertos de La Cantuta, Barrios Altos y otros lugares fueran menos víctimas que otras. Sin querer decirlo, lo que está transmitiendo es la idea de que Fujimori no es un criminal de guerra sino un pobre tipo que está pagando por los excesos inevitables de un conflicto que no pudo controlar.

En sustancia, que estamos en una revalorización política de la sentencia del año 2009, que resolvió que hubo un modo de enfrentar la guerra que alentó la acción irregular de elementos de las propias fuerzas militares, que configuraron crímenes de lesa humanidad y un sistema de encubrimiento, todo lo cual jamás hubiera podido existir si Fujimori no lo permitía. Eso está zanjado judicialmente.

Sin embargo vivimos bajo la permanente presión por hacer “negacionismo” respecto a estas conclusiones, lo que sin duda es el principal disparador de la campaña del indulto.

Se quiere que la sociedad consienta el aspecto más oscuro de la Fujimorización. Si ya hemos legalizado el golpe de Estado al reconocer validez a los decretos hechos por la dictadura y no sancionar la interrupción constitucional, la Constitución de 1993, el sistema político y los contratos corruptos del régimen autoritario, solo nos queda un paso para que todo vuelva a ser como antes y ese es el de abrirle los brazos al fundador del actual orden, que ya lleva para más de veinte años.

La histeria antiterrorista de los últimos días, con clara intención de condicionar las decisiones por el miedo, hace evidente de qué se trata. Más o menos significa que no es el hecho del delito de sangre en sí, o de las dimensiones del robo, sino del campo desde el que se delinquió.

Fujimori es de los nuestros dicen dirigentes del APRA, PPC, Solidaridad Nacional y otros que antes pasaban por democráticos y que no se atrevieron a pronunciarse contra la sentencia de San Martín.

Ahora después de haber querido pasar el indulto con coartada médica, lo están sacando al fresco como un santo y seña político; como si antes de la solicitud de entrevista a RPP hubiera habido un previo acuerdo para no dejar morir el asunto de la liberación de Fujimori en el penoso traspié de las fotos de la prisión.

Todo indica que es una jugada del todo por el todo: si el gobierno niega el indulto, pierde por ahondar la depresión de su prisionero, violando su “derecho”, y si lo concede, pierde porque habrá demostrado que cede a las presiones de los amigos del preso más importante del país.

 

¿LA HORA DEL CHINO?


Artículo escrito por Raúl Wiener - Diario La Primera

 ¿Cómo es eso que alguien al que hace poco nos lo mostraban tumbado en una cama, mostrando una lengua con ulceraciones que no le permitía comer ni hablar, y trasladado de un lado a otro en camillas, está ahora pidiendo ejercer el “derecho” de hablarle al país, a través de una estación de radio, sobre el “indulto humanitario” que sus hijos solicitaron al gobierno, y que luego se ha vuelto la causa central de su partido y por lo que se ve del propio Fujimori que no está dispuesto a cumplir con los términos de su condena?

Súbitamente el hombre postrado que exigía compasión para sus dolencias, ha pasado a creer, igual que lo hemos pensado muchos otros, que el asunto aquí es puramente político, o sea que depende de una argumentación que va más allá de lo que puedan decir los médicos y abogados. Por eso, de pronto, hemos girado hacia el debate de La Libertad de expresión para los encarcelados. Y tenemos ahora un montón de políticos reclamando por oír a Fujimori por las ondas de RPP, en nombre de un principio constitucional, aparentemente irrebatible, que el Inpe intentaría desconocer.

Pero el asunto es si están hablando de un derecho o de un tratamiento de excepción como todos los otros que ha venido gozando el exdictador, con algún grado de complicidad de los distintos gobiernos que han debido encargarse de su custodia. Claro que sería muy interesante oír las opiniones de quien gritó inocencia y luego se allanó en los juicios sobre corrupción para ocultar su responsabilidad. Pero igual lo que tenga que decir Montesinos sobre el indulto, o Guzmán sobre su amnistía, o Ponce Feijoó sobre BTR y Alan García, etc.

RPP podría instaurar la hora del preso y con ello ampliaríamos la democracia. Pero parece que los del Inpe no han visto el lado comercial de la propuesta y las opciones que podrían abrirse con la fórmula reos que fundamentan sus reclamos ante la prensa. Sorprendentemente hemos escuchado a constitucionalistas decir que esto es lo que está en las normas y que no habría nada de qué sorprenderse. Y la pregunta que cae sola es entonces por qué antes no se hizo, o por qué a Elena Yparraguirre la sancionaron por declaraciones a una revista extranjera cuando lo único que hizo es recurrir a un dispositivo constitucional para decir lo que piensa.

Sospecho, por supuesto, que lo que están queriendo vendernos es sin embargo un “derecho” restringido a Fujimori, como decenas de otras concesiones que se le han hecho al personaje que habita la Diroes, y que la intención es reavivar el debate del indulto que se estaba cayendo, dentro de una lógica en la cual su destino personal va a ser finalmente la plataforma de encuentro de un gran frente de las derechas y alguna prensa, apuntando al poder de 2016.

La fecha de 2012 es clave, porque no es la del comienzo del gobierno Humala, pero tampoco la previa a las elecciones. Por eso es que sin agravamiento y sin ninguna otra razón que nos obligue a centrarnos en el tema durante casi tres meses, hemos sido forzados a aceptar que este es el debate fundamental. Y, ahora, a escuchar “la hora del chino”, para todo el Perú.

 

SOBRE EL INDULTO A FUJIMORI


Señor presidente Humala:

Me dirijo a usted a propósito de la extraordinaria campaña mediática del Fujimorismo puro y duro y sus grandes beneficiarios y compañeros de ruta en los medios de comunicación que tratan de conmoverlo y de convencerlo de la aparente bondad para el país de un indulto suyo para el ex-presidente Alberto Fujimori, condenado por la Corte Suprema a 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y otros delitos, y con otras gravísimas acusaciones pendientes.
Como una de las 30 personas que en la Casona de San Marcos fuimos testigos de su promesa de respetar el orden democrático del país antes de la segunda vuelta electoral de 2011, me atrevo hoy, a escribirle con una opinión que podría tener alguna utilidad para usted.
Los hijos de aquel señor le presentaron la solicitud de indulto apelando a gestos de aparente humildad y sencillez. No hay nada en la vida política de Keiko y Kenji que muestre algo de esa representación teatral de humildad.
Las fotos presentadas de un paciente Fujimori enfermo, para despertar una piadosa y cristiana compasión en usted, en su entorno, y en la población manipulada por las encuestadoras, son parte de un operativo psicológico incompatible con una ética política elemental.
Hay una contradicción profunda entre el enfermo que parece sufrir demasiado y la misma persona que de su puño y letra escribe: “El pedido del indulto ya está hecho. Sólo pido una respuesta franca, directa y objetiva”, y unos días antes: “Yo seguiré luchando por mi salud, mi libertad y mi inocencia”. Solo le faltó gritar y vociferar “Soy inocente”, como al comienzo del célebre juicio cuya condena lo colma de vergüenza.
Cuando a fines de setiembre la Corte Interamericana de derechos humanos de Costa Rica ordenó que vuelvan a prisión a los del Grupo Colina, Fujimori quedó convencido de que judicialmente su caso no tendría modificación posible y que solo le quedaba el indulto. Con su monumental soberbia había dicho muchas veces que él jamás pediría el indulto.

Está suficientemente probado que el Sr. Fujimori no padece de una enfermedad terminal y que su vida no corre peligro grave alguno en la cárcel dorada construida para él. Tiene médicos y enfermeras, ambulancias y personal especializado para conducirlo en pocos minutos a la clínica privada que él escoja. Ningún otro preso o presa en otras cárceles del país tiene la milésima parte de sus privilegios.  
Le sugiero examinar de cerca las tres posibilidades que tendría el reo Fujimori si usted optara por ofrecerle el indulto. En la primera, podríamos imaginar a Fujimori enfermo, sin esperanza alguna, pero en su casa, acompañado de sus hijos y olvidado por su segunda esposa japonesa.

En la segunda, podría verse al ex-poderoso presidente, saludable, refugiado en su casita, jugando con sus nietas, alejado de la política, cuidando sus rosas, saliendo a pescar y hasta a aprender a jugar algo de golf, cobrando su pensión de jubilación, y pagando en cómodas cuotas mensuales la deuda de los 27 millones que le debe al estado peruano como reparación por sus crímenes y delitos.
En la tercera, un rejuvenecido y siempre poderoso Fujimori -“chino”, “chino”- podría reaparecer en la política creyéndose inocente de todas las condenas y cargos pendientes y hasta intentando ser candidato a la presidencia de la República, o tomar un avión a Japón, sin problema alguno como ciudadano nipón.

Quedarse en Lima para seguir haciendo política sería una provocación como la del Sr. Crousillat, quien una vez indultado por estar aparentemente al borde de la muerte por sus males cardíacos, levantaba pesas en un gimnasio.
La indignación que esa burla produjo obligó al presidente García a anularle el indulto y devolverlo a la cárcel. Irse a Japón tendría para él muchas ventajas: disfrutaría de la paz celeste para sus últimos años y -si son ciertas las muchas conjeturas, indicios y evidencias sobre una enorme fortuna en oro y en billetes verdes que tendría como ciudadano de ese país y derrotado candidato a senador- consagraría parte de su tiempo para ver la suerte de esa fortuna aparentemente escondida. Su hermana y su cuñado se quedaron allí y no pueden volver a Perú. Lo esperarán, seguramente muy amorosos.

Nadie tiene certeza alguna de lo que el futuro trae. Sólo es posible imaginar escenarios a partir de hechos (evidencias), indicios y una pequeña dosis de razonamiento lógico. Me atrevo a suponer que un nuevo y último viaje a Japón está otra vez entre los planes serios del Sr. Fujimori.
Permítame, señor presidente, recordarle que usted comenzó su carrera política con un levantamiento real y simbólico en Moquegua para -según sus palabras- devolverle la dignidad a las Fuerzas Armadas expropiadas por Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos. Un indulto suyo equivaldría a renunciar a ese gesto simbólico que es parte de lo que le queda de su capital político.

Atentamente.

Rodrigo Montoya.

Lima, 18 de octubre, 2012